La producción de alimentos se enfrenta a desafíos y retos externos que exigen innovación, tecnología y Buenas Prácticas Agrícolas. Estás herramientas, serán clave para alimentar a una población creciente.
La demanda de alimentos va en aumento. Los consumidores actuales y la población futura, exigen no solo una mayor producción, sino también el acceso, la seguridad y la inocuidad de los productos. Hoy con la globalización y el amplio acceso a la información las exigencias de los consumidores se han incrementado, ahora la percepción es diferente a la que se tenía hace 20 años, pues importa más la calidad, la seguridad y la forma de producción.
Si bien es cierto que todos necesitamos alimentarnos de una manera sana, y que en 2050 seremos 9,3 millones de personas que alimentar, esto solo podrá garantizarse con la implementación de Buenas Prácticas Agrícolas y la inversión de tecnología, ciencia e innovación en la agricultura.
Lo primero que deben considerar las nuevas generaciones es que las frutas y las verduras no vienen del supermercado. Estos productos son cultivados y cosechados por los agricultores, quienes además de enfrentarse a condiciones cada vez más adversas, cumplen con regulaciones y exigencias sanitarias para garantizar la seguridad de los alimentos.
Los productores no solo implementan un buen manejo del suelo y del agua, también deben incluir un plan de Manejo Integrado de Plagas, utilizar adecuadamente los productos fitosanitarios o plaguicidas, y dar una adecuada disposición final a residuos y contaminantes como el plástico. Estas Buenas Prácticas Agrícolas aportan al buen uso de las tecnologías y contribuyen al cuidado de la salud de los agricultores, los consumidores y el ambiente.
“Ahora bien, la innovación constante en nuevas tecnologías para la agricultura moderna ha permitido aumentar la producción de más y mejores alimentos en menor cantidad de tierra. Principalmente en América Latina, estas nuevas herramientas están transformando la agricultura y están preparando al continente para ser el supermercado del mundo” afirma José Perdomo, presidente de CropLife Latin America. De acuerdo con datos del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), este continente liderará y triplicará las exportaciones de alimentos para 2024.
Sin embargo, el panorama hacía los próximos 20 años no es alentador. La producción de alimentos atraviesa cada vez más por condiciones adversas y factores externos que amenazan a los cultivos y las cosechas: el cambio climático con las sequías extremas o las fuertes inundaciones, el aumento en la presión de las plagas y la llegada de nuevas plagas en donde no existían, la disminución de los recursos hídricos y del suelo, son algunos de los retos que viven hoy los agricultores y que enfrentarán con mayor fuerza en el futuro.
Además, estos desafíos también tienen incidencia directa en los consumidores pues al disminuir las cosechas, el precio de los alimentos en el mercado aumenta. Por ejemplo, entre un 30% y 40% de los cultivos se pueden perder por presión de plagas. En un caso concreto, si un cultivo de papa se ve atacado por la polilla guatemalteca, su cosecha disminuirá y la oferta será menor a la demanda, por ende, el valor del producto en el mercado aumentará.
Por ello “es importante crear conciencia acerca de los factores que podemos controlar desde ya para aumentar y mejorar las condiciones de producción en los próximos años y evitar que los precios aumenten de una forma excesiva. Por ejemplo, los agricultores pueden implementar sistemas de riego para optimizar el uso de los recursos hídricos, hacer un buen uso de los productos fitosanitarios y de las tecnologías, y cuidar el suelo” asegura Perdomo.
Con miras a tener en un futuro seguridad alimentaria para todos y aportar a uno de los principales Objetivos del Milenio planteados por la Organización de las Naciones Unidas, que está enfocado a la erradicación del hambre, aportemos y comprometámonos con:
– Promover condiciones socioeconómicas que garanticen el acceso de los alimentos para todos.
– La implementación de las Buenas Prácticas Agrícolas.
– El uso responsable de los productos fitosanitarios.
– El uso responsable de los recursos no renovables como el agua y el suelo.
– La promoción de la tecnología y la innovación en la agricultura.
– El cumplimiento de la regulación y las medidas sanitarias.
– El buen uso de las tecnologías en la agricultura.
Fuente: CropLife Latin America