Colza (Brassica napus L.), canola (Brassica napus var. oleífera) y carinata (Brassica carinata) son tres especies pertenecientes a la familia de las Crucíferas (Cruciferae) o Brasicáceas (Brassicaceae).
La colza es originaria de Europa y Asia y ha sido cultivada durante siglos por su aceite y por su uso en la alimentación animal. Sin embargo, contiene niveles significativos de ácido erúcico, un ácido graso que puede ser tóxico para los seres humanos y los animales si se consume en grandes cantidades.
La canola fue desarrollada en Canadá a principios de la década de 1970 a partir de cultivares de colza que fueron seleccionados específicamente para reducir los niveles de ácido erúcico y otros compuestos considerados perjudiciales. Esta característica es la que le da su nombre (canola es la abreviación de su nombre en inglés Canadian Oil Low Acid). Además, la canola es rica en ácidos grasos omega-3 y omega-6, lo que la convierte en una opción popular para la alimentación humana.
Por otra parte, aunque es muy similar, la carinata o mostaza etíope, tiene su origen en África y posee diferentes características. Debido a su extenso sistema de raíces pivotantes, bajas temperaturas de canopia, hojas gruesas y cerosas, presenta buena tolerancia a factores estresantes como enfermedades, plagas y condiciones abióticas estresantes. A su vez, posee un alto contenido de aceite en sus semillas y un perfil de ácidos grasos que se adecúa a la producción de biocombustibles, lo que la convierte en una alternativa atractiva para su incorporación a las rotaciones agrícolas (Seepaul et al. 2017).
Beneficios de su incorporación al sistema agrícola
La incorporación de estas oleaginosas en la rotación de cultivos tiene varios beneficios para el sistema agrícola.
Control de malezas y enfermedades
La colza es una planta de crecimiento rápido y denso que compite fuertemente con las malezas. Además, al tratarse de una especie diferente a los cultivos de invierno tradicionales (gramíneas como el trigo y la cebada), permite incorporar herbicidas de diferentes modos de acción, contribuyendo al manejo integrado de malezas.
La incorporación de crucíferas también colabora con el manejo integrado de enfermedades en cultivos sucesores. Se ha constatado una menor incidencia de enfermedades en cultivos cuando se siembra sobre rastrojo de colza. En parte, esta mejora estaría asociada a su capacidad “biofumigante”, determinada por la degradación enzimática de los glucosinolatos producidos por las raíces, asociado a una disminución de patógenos en el suelo, entre los que se incluyen hongos, bacterias y nemátodos (INIA, 2021).
Calidad del suelo
Existen numerosos estudios que demuestran la mejora en la calidad de los cultivos cuando se incorporan a la rotación colza, canola o carinata. Esto se debe en parte a una mejora en las propiedades físico-químicas del suelo: al poseer un sistema radical pivotante y profundo, ayuda a revertir la compactación, mejorando la infiltración y resistencia del suelo a la penetración vertical de las raíces, así como la disponibilidad de nutrientes (Richmond, 2017).
Siembra temprana de cultivos de verano
La colza tiene un ciclo a cosecha más corto que el trigo, lo que da la posibilidad de realizar una siembra temprana de cultivos de verano, sobre una cantidad de rastrojo menor y de más rápida descomposición (Andrade et al. 2015). Sumado a los beneficios anteriores, permite mejorar el potencial de los cultivos de verano como soja, o maíz (INIA, 2021).
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Ing. Agr. Mariana Ocampos