¿Por qué hubo menos cianobacterias este verano?
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¿Por qué hubo menos cianobacterias este verano?

Especialistas coinciden en que se trata de un fenómeno relacionado al calentamiento global; al inicio del año pasado se dieron un conjunto de variables juntas que potenciaron la floración

A diferencia de lo que ocurrió durante el verano de 2019, esta temporada las costas uruguayas no tuvieron ni la presencia, ni el impacto de hace un año atrás cuando las cianobacterias se volvieron unas de las principales protagonistas.

Pero, ¿por qué este año no se repitió la intensa presencia de este fenómeno cíclico? Esta pregunta se intentó explicar el pasado viernes por parte de la Cámara de Comercio de Productos Agroquímicos (Camagro), al organizar una actividad en la que disertaron el director general de Recursos Naturales del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando García Préchac y la directora de la Unidad de Calidad del Agua de la Intendencia de Montevideo, Jimena Risso.

Sobre las conclusiones a las que se llegó con respecto a lo ocurrido durante el verano de 2019, cuando las cianobacterias fueron protagonistas por su intensa presencia que incluso llegó hasta las costas de Rocha, Risso sostuvo que hubo condicionantes que hicieron el fenómeno se saliera de lo común. La ingeniera explicó que a principios del año pasado se juntaron muchas cosas.

“Hubo dos olas de calor, tanto en el aire como en el agua. El agua estaba más caliente y el aire también. Además, las floraciones que estaban en los ríos Uruguay y Negro -está en discusión si vino de uno o de ambos- fueron empujadas por el gran caudal de lluvias. Otra variable que sumó fue que hubo poco viento del este. Con un viento más fuerte del este esas últimas cianobacterias -que llegaron a La Paloma- no lo hubiesen hecho, se hubiesen detenido antes”, explicó la especialista.

Las cianobacterias son organismos antiguos, que están desde el principio de la vida, que son necesarios en cantidades adecuadas porque producen oxígeno y son alimento de especies que están en el agua. Son de color verdoso y dadas las condiciones crecen muy rápidamente. El problema ocurre cuando hay una acumulación o floración de las mismas. 

Aunque las cianobacterias no llegaron al este y sur del país, de todas formas sí se pudieron ver floraciones «típicas de verano» sobre todo en las costas de Colonia y San José, pero Montevideo tuvo casos muy puntuales, a diferencia de lo que pasó en 2019. Risso explicó que llegaron hasta San José, particularmente Kiyú, pero no a las playas de Montevideo y del este. Otros casos donde se divisaron con frecuencia durante 2020 fue sobre el Río Uruguay en las costas cercanas a la represa de Salto Grande y sobre el Río Negro en zonas aledañas a la represa de Palmar.

Risso comentó a El Observador que el fenómeno de las cianobacterias “es global”, y no solo está ocurriendo en el país. Para graficarlo, la profesional mostró la presencia de cianobacterias en varios puntos del planeta, en base a registros satelitales realizados por diversas universidades de Estados Unidos.

 

Agregó que la revista Toxins realizó un mapeo mundial en donde se detectan las distintas toxinas, “y lo que se ve es que las cianobacterias están en lugares tan extraños como en Islandia, donde hace un frío de morirse”.

Efluentes industriales, residuos cloacales y materia fecal del ganado sobre todo concentrado pueden ser también causantes del aumento en el nivel de fósforo en los flujos hídricos.

“No se trata de que en Uruguay hagamos las cosas mal, sino que es parte de la tendencia de mayor intensificación de los recursos para generar mayor cantidad de alimentos para una población creciente”, apuntó.

En general lo que se ve en los cuerpos de agua con cianobacterias es el aumento de los valores de los nutrientes nitrógeno y fósforo, elementos que utilizan para crecer, explicó la especialista en aguas. Otros factores que favorecen la proliferación son la temperatura y la baja velocidad de los cursos, agregó.

En tanto, señaló que en Uruguay los factores que impulsan el crecimiento de las cianobacterias ocurren en toda la cuenca de los ríos Paraná, Uruguay y Negro. “Al Río de la Plata llegan arrastres de toda esta cuenca que es mucho más grande que la superficie de nuestro país”, expresó.

La producción intensiva y una condición natural

Por su parte, el jerarca del MGAP García Préchac dijo que el problema es con los llamados “fertilizantes”, no tanto con lo que usualmente se cree con respecto a los fitosanitarios e insecticidas. García Préchac también hizo hincapié en “que tampoco el glifosato es el principal responsable de la floración de cianobacterias”.

“Sobre este producto la cantidad que llegaría al agua no pasa de un kilogramo por hectárea, mientras que en el caso de los fertilizantes los volúmenes son mucho más importantes”, aseguró.

El agrónomo sostuvo que lo que ocurre es que en los sistemas de producción intensiva la ración utilizada “importa” e incorpora mayor cantidad de nutrientes a los predios.  “Según los estudios que hay de expertos en estos casos entra entre 3 y 6 veces más de nitrógeno y fósforo en ración que en fertilizantes. Por ejemplo, en el caso de la soja no se utiliza nitrógeno y es un cultivo que se arregla con poco fósforo en realidad”, explicó.

El exdecano de la Facultad de Agronomía de la Udelar y profesor grado 5 apuntó que si bien la fertilización en chacras agrícolas influye, “es mucho más importante la generación de fósforo en tambos, feedlots y avícolas, donde los efluentes normalmente terminan en los cursos hídricos”.

Sin embargo y a partir de la base de datos construida por Dinama (Dirección Nacional de Medio Ambiente), García Préchac concluyó que la cantidad de fósforo que hay en condiciones naturales en los cursos de agua en Uruguay, “ya es alta y sobre todo en las zonas de suelos más ricos”.

“Incluso en las zonas de los suelos más pobres, más arenosos, sobre todo en cuencas pequeñas se pueden encontrar valores de cantidad de fósforo del orden de lo que es la norma, pero aún así siempre por arriba de una concentración cercana a los 25 microgramos por litro (µg/l). Pero si vas a las cuencas grandes donde predominan los campos naturales no estás muy lejos de 100 µg/l. Nuestras estimaciones son que si pusiéramos a todo el país sobre campo natural, algo teóricamente imposible, no bajaría de mucho más que 80 µg/l”, explicó el jerarca.

En la actualidad el promedio es algo en la mayoría de los cauces uruguayos es superior a 100 µg/l, mientras que en el río Santa Lucía supera los 300 µg/l. Sin embargo, ese caudal tiene ciertas características propias como la cantidad de sedimento que transporta y es un río turbio que no permite entrar la luz.

Parte del proceso de todo lo que está pasando y que no es manejable, dijo el académico, es “el calentamiento global”. “En diez años el aumento promedio en las cuatro estaciones del río Uruguay fue de 2 grados”, apuntó.

Fuente: El Observador

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