Culmina 2024, un año caracterizado por un clima variable. El año comenzó con lluvias por debajo de la media, lo que generó contratiempos significativos y una disminución en la productividad agrícola.

Sin embargo, el fenómeno de El Niño se hizo sentir con fuerza en el otoño, especialmente en marzo y abril, meses que registraron lluvias récord e inundaciones destructivas en el sur de Uruguay. Según datos del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet), la localidad de Bocas de Cufré, en San José, alcanzó un máximo de 700 mm en marzo, y otras regiones acumularon entre 800 y 900 mm durante la estación.

El invierno trajo consigo una ola de frío polar a principios de julio, con una mínima nacional de -6,4 °C en Mercedes, mientras que las precipitaciones fueron escasas, salvo en el este, donde se mantuvieron en valores normales o ligeramente superiores.

La primavera inició con preocupación por un posible desarrollo del fenómeno La Niña, aunque finalmente se presentó una neutralidad fría o una Niña débil y breve. Las lluvias siguieron siendo inferiores a lo normal en el sur y centro del país, pero normales o con excesos en el norte y noreste. Las temperaturas, por su parte, se mantuvieron por encima de lo habitual, haciendo de esta primavera una de las más cálidas de las últimas tres décadas.

¿Qué esperar para el trimestre diciembre – febrero?

Si el fenómeno de La Niña llega a concretarse, se espera que sea muy débil y de corta duración. En este contexto, es importante considerar otras señales climáticas que puedan influir, de manera positiva o negativa, en las condiciones de nuestra región.

Sin embargo, estas variables son más difíciles de predecir, ya que suelen operar en escalas temporales más cortas, como semanas o meses.
Se proyecta que las precipitaciones estarán dentro de valores normales para el trimestre, aunque probablemente sean mal distribuidas tanto en el tiempo como en el espacio. Todo indica que no se establecerá una sequía prolongada, mientras que las temperaturas tenderían a ser altas, con la posibilidad de una o dos olas de calor intensas en periodos de menor lluvia. Estas temperaturas, no obstante, podrían moderarse gracias a lluvias posteriores que cortarían un posible déficit hídrico y ayudarían a estabilizar el clima.